domingo, 9 de junio de 2013

Moliendo al Demoledor

Aunque la película "El Demoledor" (The Demolition Man, Marco Brambilla, 1993; a la película -aún en español- ya se le conoce como "Demolition Man" porque a la película animada "Wreck-It, Ralph" de Disney se le tituló "Ralph, el demoledor" en latinoamérica) parece a primera vista una gringadera violenta, plana, infantil, llena de arquetipos hollywoodenses, y apenas una excusa para ver peleas bien coreografiadas y mucha violencia gratuita, es muy buen ejemplo para aplicar lo que dice la película Belleza Americana (American Beauty, Sam Mendes, 1999): "miren más de cerca".

Póster original de la película.


La trama, la anécdota de la película es muy simple, lineal y arquetípica: Un criminal sicópata y el policía que lo persigue son criogenizados y reanimados 36 años después en medio de una sociedad no violenta, sin embargo, el policia continua la caza de su enemigo al que al final vence.

Sin embargo, lo notable de la película no radica en su trama o cómo es llevada cinematográfiamente, lo notable es la ambientación.
Empezando por la sociedad no violenta y "utópica": en realidad es una pesadilla derechista y fascista donde la cultura se ha infantilizado y caricaturizado al nivel de prohibir todo lo que se supone es "malo" para uno mismo: sal, grasa, picantes, sexo, violencia, etc.

La libertad humana y moral -se supone, por lo menos- consisten en hacer elecciones de las acciones o cosas que mejor se ajusten a nuestras necesidades o gustos; esto implica tener el mayor número de opciones, uno mismo es el que decide qué es lo mejor según las circunstancias del momento, lo que uno está viviendo y el contexto social en donde uno vive. No se puede dar una calidad moral a las cosas, decir que algo es bueno o malo; eso no tiene sentido. Lo que sí tiene calidad moral es el uso que nosotros, seres -supuestamente- racionales, damos a esos objetos.

La sal no es mala por sí misma, ni consumirla es malo; de hecho la sal es una de las sustancias básicas de la fisiología humana. Pero casi todas nuestas necesidades de sal se obtienen de los alimentos que comemos; la cantidad recomendada para la ingesta diaria es muy pequeña, si comemos alimentos salados o le ponemos sal a lo que comemos e ingerimos más de lo recomendado, todos sabemos que le estamos abriendo las puertas a varias enfermedades degenerativas. Lo mismo se puede decir de la grasa, picantes o actividades como el sexo: lo que realmente importa es hacerlo con responsabilidad.
El prohibir lo "malo" y dejar solamente lo "bueno" para que le gente haga solamente cosas "buenas" es tratar a las personas como animalitos o bebés que apenas están aprendiendo; se les impide elegir y racionalizar. Esto no se muestra ni menciona en la película, pero me imagino que en vez de educarlos, se les adiestra.

Otro punto que se toca muy sutilmente en la película es el prefacio o presentación de la historia y la forma en que se presenta la historia en sí; esto es: el principio de la historia presenta un Los Ángeles ligeramente en el futuro (la película se estrenó en 1993, la trama empieza en 1996), sumergido en el caos y la anarquía; creo que está de más reiterar que se presentan actos de heroismo del policía-casi-invulnerable que entra a un edificio en llamas sin protección, vence él solito como a 3 o 4 malosos y al criminal principal sin siquiera despeinarse, y 36 años después, la misma ciudad ya es un recinto de paz y prosperidad.
Siguiendo la premisa del principio, lo importante es la ambientación: cuando una sociedad o individuo está sometido a una situación extrema (la ciudad de LA en el caos), tiende a comportarse o  a abrirle las puertas a un comportamiento igualmente extremo pero en sentido contrario. Igual que en la tercera ley de Newton (a toda acción corresponde una reacción), el caos en Los Ángeles generó un gobierno derechista, fascistoide y absoluto que fomenta la falta de pensamiento y opinión en sus ciudadanos.
Fuera del mundo de la ficción, este punto es notable porque es lo que pasa en latinoamérica: después de años, lustros e incluso décadas de gobiernos derechistas, oligarcas, plutócratas e incluso dictatoriales que solamente generaron pobreza, exclusión e imbecilidad, muchos países han dado un volantazo, un giro brusco en su destino y han elegido gobiernos de tendencia social, que van desde los más inteligentes, igualitarios y justos hasta el encumbramiento de sátrapas sociales que después de un chorrito de jusicia social se duermen en sus laureles en medio de una dictadura que está generando una reacción derechista y conservadora muy alarmante.

Escena de la película donde se puede ver el ambiente impoluto y estirilizado de este futuro. La población está totalmente vigilada y monitoreada como animales del zoológico. La pregunta que ha estado rondando a la humanidad durante siglos es obligada ante estas reflexiones: ¿en realidad vale la pena perder todo atisbo de libertad y avance cultural y artístico y convertirnos en meras caricauras de nosotros mismo a cambio de vivir en paz? ¿En realidad no hay otra manera?
Otro punto muy destacable es el manejo del lenguaje de los personajes: ya hablan de una forrma totalmente indirecta y oblicua, sin referirse a las cosas por su nombre (en vez de muerte o asesinato, dicen "terminación prematura de la vida"), hablan sin palabras fuertes o que insinuen un insulto o el chispazo de una idea. Una verdadera pesadilla de corrección política. Lo peor viene cuando uno considera uno de los postulados de la filosofía: nuestro lenguaje acota nuestro pensamiento, la forma en que hablamos delimita, muestra y moldea la forma en que pensamos, por eso es bueno ampliar nuestro vocabulario y exponernos a construcciones gramaticales y conceptos complejos, incluso palabras extranjeras aunque ni las podamos pronunciar: esto nos fomenta la posibilidad de ampliar nuestro nivel cultural y nuestras opiniones.
Como mencioné al principio del post, toda expresión de violencia, sexualidad, emociones fuertes, daños, etc., están prohibidas, así que lo único que sobrevive en el mundo de la música son los vacíos y estrictamente espulgados jingles comerciales; las baladas de amor, de deseo, de protesta, de felicidad y tristeza, todo, todo se ha ido ante la avalancha del pensamiento hueco e inocente. ¡Ah!, y como cereza del pastel, hay un ejemplo explícito de infantilización cultural que muestra el personaje Alfredo García (Benjamin Bratt) cuando el poli-casi-superhéroe le pregunta que si se golpeó la cabeza y se cree Pancho Villa y solamente acierta a decir ¿quién?, cierto: una característica fascistoide es disminuir el nivel cultural individual hasta dejarlo plano, chiquito y hacerle creer que el mundo siempre ha sido y será como lo conoce; cualquier desviación es una "anormalidad".

La última escena es de destacar, es tan esquemática, tan arquetípica, tan hollywoodense, tan prefabricada (y vomitable, claro), que deja la sensación de que todo es un montaje, una burla sutil a los esquemas hollywoodenses de los héroes de acción, más o menos como lo hace la película "Starship Troopers" (1997, Paul Verhoeven) o como lo hace en la literatura "El Sueño de Hierro" de Norman Spinrad.


El asunto que disparó todo esto, que hizo que viera al "Demolition Man" con atención fue la declaración de un escritor húngaro de ciencia ficción, István Nemere, que reclama que la trama de la película está basado en su novela Hortac harca (Pelea de los muertos). Aunque un comité verificó que, efectivamente, el 75% de las historias son iguales, Nemere no demandó porque no tenía los recursos necesarios para contratar a un abogado que peleara contra una de las grandes productoras de Hollywood.

Quizá por eso la película tiene cimas tan brillantes y simas tan increíblemente babosas y prefabricadas.


Demolido inge y los sanangelinos malditos.
Meshiko-Tenochtitlan  9.6.13
----------------------   FIN DE TRASMISION   -----------------

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